El concepto de «libido» pertenece más al ámbito psicológico y por lo tanto no debe confundirse con el de “potencia”, que se refiere a las posibilidades eréctiles fisiológicas. En pocas palabras, la potencia es el “puedo”, mientras que la libido es el “quiero”. La libido nos habla en términos de la atracción sexual, deseo, lujuria. Es un error creer que la libido en un hombre es un proceso casi automático y basta con que aparezca una joven bella y sexy ante sus ojos para que la libido se haga sentir. Tal reacción se produce tan sólo en un 30% del sexo masculino, mientras que más de la mitad de los hombres tendrán una débil reacción a la belleza, y casi un 20% no tendrá ninguna reacciona ante ella. Por el otro lado, la potencia es la capacidad fisiológica de un hombre de mantener las relaciones sexuales conforme su voluntad.
Independientemente de sus diferencias, la potencia y la libido a menudo dependen de los mismos factores. Tanto la atracción sexual, como la potencia en los hombres dependen, en gran medida, de la hormona sexual – la testosterona. Desde la pubertad y hasta el final de la vida esa hormona se hace responsable por el hecho de conservar y desarrollar las características sexuales masculinas. Con un nivel insuficiente de las hormonas sexuales, un hombre va a experimentar menor deseo sexual y la intensidad de su vida íntima irá disminuyendo.
En la juventud los hombres son mucho menos propensos a tener trastornos sexuales de cualquier tipo que los hombres entrados en la edad, puesto que el balance de sus hormonas sexuales tiende a ser más equilibrado. Pasados los 25 años, el nivel de hormonas sexuales comienza a disminuir de forma gradual y alrededor de los 40 años casi todos los hombres, en mayor o menor grado, están afectados por un déficit hormonal.
Situaciones estresantes diarias, escándalos familiares, problemas rutinarios en el trabajo, falta de sueño o fatiga crónica, así como la depresión, contribuyen a la supresión de la libido masculina volviéndose igualmente peligrosas para la salud sexual general de los hombres. Un trauma psicológico puede llevar a la impotencia psicológica: un fracaso sexual debilita el deseo y lleva a desórdenes sexuales en los intentos sucesivos, puesto que se va perdiendo la confianza en su solvencia sexual.
No se olviden que el debilitamiento del deseo sexual y de la potencia se pueden provocar por una serie de enfermedades. Todos los desórdenes del sistema reproductivo del hombre, tales como prostatitis, uretritis, enfermedades de transmisión sexual, así como los trastornos hormonales: diabetes, disfunciones tiroideas y suprarrenales y traumas testiculares y genitales causan a menudo los problemas con la potencia.
Por lo tanto, cuando hablamos de la importancia de un diagnóstico y un examen médico bien hechos, es porque antes de tomar cualquier remedio hay que identificar posibles enfermedades y anomalías.
Y, para terminar, incluimos algunos consejos básicos para fortalecer tanto la potencia, como la libido:
- alimentación equilibrada,
- ejercicio físico regular,
- 8 horas de sueño saludable,
- eliminación del exceso de peso
- tratamiento correcto de enfermedades crónicas.